La manipulación de recuerdos abre puertas a nuevos tratamientos y a la polémica
Implantar o borrar recuerdos, una realidad científica en evolución con impacto futuro
La manipulación de recuerdos, un concepto hasta hace poco confinado a la ciencia ficción, empezó a acercarse a la realidad gracias a investigaciones en neurociencia avanzada. Estudios realizados por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), la Universidad de Boston y el Instituto ATR en Kioto demostraron que, aunque limitada a animales, la capacidad de alterar recuerdos es científicamente viable y podría tener aplicaciones terapéuticas en humanospara trastornos como el síndrome de estrés postraumático y la depresión. Sin embargo, este progreso también plantea profundos dilemas éticossobre la privacidad y la integridad mental.
Hace aproximadamente una década, el neurocientífico Susumu Tonegawa, Nobel del MIT, logró manipular recuerdos en ratones mediante una técnica conocida como optogenética, que permite activar o desactivar neuronas específicas utilizando luz. Durante su experimento, los ratones mostraron temor ante una descarga eléctrica que nunca recibieron, lo que evoca un "recuerdo implantado". La optogenética, al permitir la activación de engramas (estructuras neuronales responsables de almacenar recuerdos) abrió las puertas para explorar la manipulación de recuerdos en seres vivos, aunque su aplicación en humanos sigue siendo inviable por su naturaleza invasiva.
En un enfoque paralelo, el neurocientífico Steve Ramírez de la Universidad de Boston se dedica al mapeo de engramas para identificar las neuronas relacionadas con recuerdos específicos. En experimentos con animales, Ramírez logró transformar recuerdos negativos en positivos, aunque señala que aplicar esta técnica en humanos requerirá métodos de precisión aún más avanzados.
Para el ámbito humano, el investigador Aurelio Cortesedel Instituto ATR en Kioto desarrolló el método Decoded Neurofeedback (DecNef), que emplea resonancia magnética funcional y aprendizaje automático para modificar la respuesta fisiológica a recuerdos dolorosos de forma no invasiva. El DecNef, al entrenar el cerebro mediante retroalimentación positiva, busca ayudar a los participantes a reducir su sensibilidad a emociones negativas, beneficiando a personas con fobias o traumas sin alterar directamente sus recuerdos.
Además, la neurocientífica Daniela Schiller, del Mount Sinai en Nueva York, explora el uso de sustancias farmacológicas para modificar recuerdos en humanos. Inspirada en estudios con animales, Schiller investiga el uso de betabloqueadores para reducir la carga emocional de recuerdos traumáticos, una técnica que podría aplicarse en terapia sin borrar las memorias en sí.
Este tipo de investigaciones enfrenta cuestiones éticas y sociales fundamentales. El proyecto "Minding Rights", especializado en derechos neurocognitivos, destacó la necesidad de regular la privacidad y la integridad mental, dado que la manipulación de recuerdos podría impactar en la identidad y representar riesgos de abuso. Los expertos coinciden en que es urgente abordar estas problemáticas antes de que los avances en neurociencia superen sus actuales limitaciones.
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