Agua Potable para la CDMX: ética y valores
Crisis hídrica mundial
Sentar las bases sobre la importancia del agua potable para la Ciudad de México, es una tarea compleja, la cual requiere ser tratada desde cada una de las ciencias que estudien al hombre y su relación con el ambiente.
En la Zona Metropolitana del Valle de México el consumo del vital líquido corresponde a 68 metros cúbicos por segundo, de los cuales el 67 por ciento se destina al uso doméstico y de éste el 40 por ciento se usa en el excusado, lo que genera gran parte de la problemática hídrica actual. (Torres Bernardino, 2017).
Siendo que, las aguas residuales son aquellas que contienen restos considerados como no aprovechables para los consumidores, ya sean de uso doméstico o industrial, están constituidas principalmente por agua de lluvia, y son aquellas que corren por drenajes, alcantarillados y escurrimientos e infiltraciones en el terreno.
Conforme a datos del documento "La Gestión del Agua Potable en la Ciudad de México" del porcentaje de uso doméstico corresponde también al 30 por ciento para la regadera, 15 por ciento en el lavado de ropa, 6% trastes, 5% cocina y otros usos el 4%, y en particular se traduce en grandes cantidades de agua tiradas, sin ningún tipo de manejo o tratamiento.
Por otro lado, ante la delicada crisis hídrica mundial, dentro de los Objetivos del Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, el Objetivo seis, promueve "garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos", este último es la base primordial y uno de los desafíos más grandes de las metrópolis. Debido a que, en cuestiones de crecimiento poblacional se registra un incremento anual de alrededor de 5 millones de personas que llegan a residir en dichos espacios.
Resultado de ello, la captación, implementación de drenajes, alcantarillados, distribución en la red, tratamiento de aguas negras y re uso, se convierten en un reto para las autoridades y la población en general cuando de ello, se derivan grandes obras en la vía pública o el recorte del suministro. Por lo mismo, es esencial reconocer el derecho fundamental de tener acceso al agua pura, y pagar un precio asequible por el saneamiento.
Más allá de ser un asunto de crisis, es un asunto de ética y de valores. Los especialistas promueven la participación de todos los interesados, la transparencia, la responsabilidad financiera y sin lugar a dudas, el ser conscientes de que sin agua no hay vida y por lo tanto es nuestro boleto a la subsistencia.
El valor intrínseco del agua para el desarrollo de actividades relacionadas con la agricultura, los procesos industriales, los medios de transporte y como fuente de energía, recae directamente en satisfacer las necesidades básicas humanas para realizar dichas acciones.
Sin este líquido no es posible nuestra subsistencia; de hecho para considerar la primera posibilidad de existencia de vida en otro planeta, el requisito previo sería la presencia de agua, que constituye parte importante de todos los seres vivos, por ejemplo el cuerpo humano en promedio contiene 75 por ciento de agua; en los animales y plantas el contenido de agua varía entre 60 y 90 por ciento; y el caso más extremo, el de la medusa de mar abarca el 95 por ciento.
La relevancia de aprovechar la energía, los nutrientes y diversos subproductos revueltos con el recurso hídrico, a través de la mejora en la gestión de las aguas, brinda la oportunidad de optimizar las condiciones sociales, ambientales y económicas, en las distintas de la sociedad, ello permitirá el uso eficiente del recurso agua, lo que da oportunidad a futuras generaciones de contar con las condiciones favorables para la vida.
Actualmente 783 millones de personas en el mundo no tienen acceso a agua limpia y aproximadamente 3 mil 900 niños mueren diariamente a consecuencia de condiciones insalubres, por lo tanto es un buen momento para construir oportunidades y apoyar la formulación de nuevos objetivos que contribuyan al desarrollo sostenible de los recursos hídricos.
En México, el norte es casi el 50 por ciento de la superficie del país y apenas recibe 25 por ciento del total de lluvia, mientras que Chiapas, Oaxaca, Campeche, Quintana Roo, Yucatán, Veracruz y Tabasco representan tan sólo el 27.5% del territorio nacional y reciben casi la mitad del agua de lluvia (49.6%).
A modo de conclusión, el desarrollo sostenible debe ser tomado como un nuevo sistema de manejo del agua para su integración en la economía, la sociedad y ambiental, como una relación integral.
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